Las renuncias (económicas y personales) de Mako de Japón por amor a Kei Komuro
La princesa Mako y Kei Komuro están a pocas semanas de contraer matrimonio. La joven se casará por fin con el abogado cuatro años después de anunciar el compromiso. Será el próximo 26 de octubre, un día que no ha sido elegido al azar, sino al que el budismo atribuye los mejores augurios. Sin embargo, el camino de la pareja hasta llegar hasta este punto no ha sido fácil, como tampoco lo será la vida que emprendan juntos, aunque sí será más libre y tranquila.
Líos económicos, problemas psicológicos y una fuerte presión mediática les han perseguido desde que iniciasen su relación, hasta el punto de que casi acaban con ella. Pero su amor es sólido y ni siquiera la oposición de parte de la opinión pública ha sido suficiente para que renuncien a convertirse en marido y mujer.
La princesa Mako de Japón en una imagen reciente / Gtres
No obstante, quien más ‘pierde’ con esta boda no es Kei Komuro, sino la Princesa. Ya el hecho de casarse con un plebeyo implica una serie de renuncias para Mako, que ha querido dar un paso más. La Ley especifica que, una vez que Mako se case, perderá su estatus real. Sin embargo, ella ha decidido renunciar a sus privilegios motu proprio, lo que ha sorprendido a los japoneses. La Princesa ha rechazado la dote de más de un millón de euros que se da a las mujeres que abandonan la familia real, así como a cualquier tipo de celebración por todo lo alto, de manera que no habrá una gran fiesta ni encuentro con los emperadores, algo absolutamente insólito.
Mako también tendrá que devolver la tiara y resto de joyas que atesora desde hace más de diez años. Al igual que el resto de princesas de la familia imperial, Mako recibió un conjunto de alhajas al cumplir la mayoría de edad, a los 20 años. En este caso se trata de un collar, un broche, unos pendientes, un brazalete y una tiara, que ahora volverán al joyero de la Casa Imperial.
La princesa con las joyas que recibió por su mayoría de edad / Gtres
Pero esto no es todo. La pareja tiene la intención de trasladarse a vivir a Estados Unidos, lo que ha generado cierto debate, ya que no ha quedado claro si los japoneses tendrán que hacerse cargo de los gastos derivados de su protección y de si en realidad se casa por amor o por escapar de una institución que, cuanto menos, resulta asfixiante.
La sobrina de Naruhito conoció a su prometido mientras estudiaba en la Universidad Cristiana de Tokio y aunque anunció su compromiso en 2017, la pareja lo pospuso debido a la ‘inmadurez’. Después trascendió que, al igual que le ocurría a la emperatriz Masako, que sufría trastorno depresivo, Mako padecía un síndrome de estrés postraumático por el acoso de la prensa y la imposibilidad de disfrutar de “una vida tranquila y feliz”.
La princesa Mako y su prometido / Gtres
Además de la situación de la Princesa, su prometido también ha estado en el ojo del huracán. Hace algunos años estuvo inmerso en una disputa legal en la que el exprometido de su madre le reclamaba cuatro millones de yenes (unos 30.000 euros) que habría destinado, según afirmaba, a la educación universitaria de su hijo, entre otras cosas. En su momento se especulaba con la posibilidad de que se tratara de un préstamo en lugar de un regalo, sobre todo cuando Komuro se comprometió a devolverlos, algo que, sin embargo, no hizo que cesaran las críticas y que además pasó factura a su relación.